Murió la inolvidable actriz que fue ícono del cine de terror británico y sobreviviente de una dura infancia

La actriz Ingrid Pitt, recordada por su papel de femme fatale en emblemáticas películas de terror británico, falleció a los 73 años en Londres. Con una trayectoria marcada por papeles oscuros y seductores, se convirtió en un rostro clave del cine de horror de los años setenta, especialmente por su trabajo junto a la famosa productora Hammer Films.

Su fallecimiento se produjo de manera repentina luego de perder el conocimiento. Fue trasladada a un hospital de Londres, donde finalmente murió. La noticia fue confirmada por su representante, quien lamentó la pérdida de una figura que marcó un estilo muy particular dentro del cine de género.

Pitt había nacido en Polonia en 1937, en una familia con raíces judías. Su infancia estuvo marcada por la tragedia: durante la Segunda Guerra Mundial, aseguró haber sido internada en un campo de concentración nazi, experiencia que relató años más tarde en su autobiografía “Life’s a Scream”. Aunque algunos historiadores pusieron en duda ese episodio de su vida, nunca dejó de formar parte del relato que ella misma defendió públicamente.

Su carrera actoral despegó en los años 60, cuando comenzó a obtener pequeños papeles en distintas producciones europeas. Participó en filmes como “Doctor Zhivago” y “Algo divertido sucedió camino del foro”, pero su salto definitivo al reconocimiento llegó con su rol en la cinta “Donde las águilas se atreven” (1968), donde compartió pantalla con Clint Eastwood y Richard Burton. Más tarde, se la vería también en “El hombre de mimbre” (1973), otro título de culto en la historia del cine británico.

Sin embargo, fue dentro del cine de terror gótico y erótico que Pitt alcanzó su máximo esplendor. Producciones como “Amores de vampiro” (1970) y “Condesa Drácula” (1971) la convirtieron en una figura adorada por los fanáticos del género. Su estilo, mezcla de sensualidad, fuerza y misterio, fue clave para consolidarla como una de las grandes “reinas del terror” de su época.

Además de su trabajo frente a las cámaras, Ingrid Pitt también se dedicó a la escritura. Publicó varios relatos de ficción sobrenatural y escribió dos novelas ambientadas en la Argentina durante la era de Juan Domingo Perón. En los años 70, incluso viajó a nuestro país con la intención de participar en un proyecto junto al cineasta Leonardo Favio, aunque esa colaboración nunca llegó a concretarse. Favio, por su parte, aseguró años más tarde recordar su visita, aunque no tener claro si efectivamente le ofreció un papel.

Más allá de su imagen asociada al horror, quienes la conocieron hablan de una mujer cálida, apasionada y profundamente comprometida con su arte. El historiador Marcus Hearn, especializado en el cine de Hammer, la definió como alguien “subestimada como actriz y escritora, pero con una personalidad magnética y misteriosa”.

En una entrevista de 2006, Pitt reflexionó sobre su carrera con una frase que revela su complejidad como artista y ser humano: “No me gusta ver películas de terror. Estuve en un campo de concentración de niña y no quiero ver el horror. Pero quizás por eso soy buena en esos papeles”.

Su legado permanece en cada fotograma de esas películas que marcaron a una generación. Hoy, Ingrid Pitt es recordada no solo como un ícono del terror, sino como una superviviente, una creadora inquieta y una mujer que desafió etiquetas.

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