Cuando Jeni Bonell conoció a su esposo Ray, nunca imaginó que su vida daría un giro tan inesperado. En aquel entonces, estaba convencida de que no quería hijos, mientras que Ray soñaba con tener al menos cuatro. Lo que comenzó como una gran diferencia de opiniones terminó convirtiéndose en una increíble historia familiar. Hoy, más de 30 años después, son los orgullosos padres de 16 hijos.
La familia Bonell, originaria de Toowoomba, Queensland, está formada por nueve varones y siete mujeres. Sus hijos son Jesse (35 años), Brooke (34), Claire (31), Natalie (30), Karl (28), Samuel (26), Cameron (25), Sabrina (24), Tim (22), Brandon (20), Eve (19), Nate (17), Rachel (16), Eric (15), Damian (14) y Katelyn (10). Mantener en orden una casa con tantas personas puede parecer un reto imposible, pero ellos han encontrado la fórmula para que todo funcione a la perfección.
Para alimentar a su enorme familia, Jeni gasta aproximadamente 600 dólares a la semana en comida, aunque recientemente la inflación ha elevado esa cifra en 50 dólares más. Las cantidades de alimentos que consumen son asombrosas: 50 litros de leche a la semana, 14 cajas de cereales, 45 envases de yogur y cuatro docenas de huevos. La organización es clave, y por eso la madre de familia ha desarrollado un sistema eficiente para las compras y la preparación de las comidas.
A lo largo de los años, la rutina en casa de los Bonell se ha convertido en una especie de coreografía perfectamente sincronizada. Desde la distribución de las tareas del hogar hasta la gestión del tiempo para las actividades escolares y deportivas, todo está meticulosamente planeado. Jeni asegura que cuando sus hijos eran pequeños, la vida ya era bastante agitada, pero que, irónicamente, ahora que son mayores, se siente aún más ocupada.
Uno de los mayores desafíos para la familia es conseguir una foto grupal decente. Con tantas personas en escena, siempre hay alguien mirando hacia otro lado, parpadeando en el momento equivocado o haciendo una mueca graciosa. Sin embargo, lejos de frustrarse, Jeni y Ray han aprendido a disfrutar de estas imperfecciones como parte del encanto de su numerosa familia.
Manejar un hogar con 16 hijos implica no solo una gran logística, sino también una cuidadosa planificación financiera. Jeni es experta en ahorrar dinero en la compra de alimentos, y a menudo comparte sus consejos en YouTube, donde ayuda a otras familias a administrar su presupuesto. Entre sus estrategias se encuentra la preparación de comidas económicas y la enseñanza de habilidades culinarias a sus hijos desde una edad temprana. De hecho, uno de sus hijos, con apenas 12 años, puede preparar un asado para 20 personas sin necesidad de mucha supervisión.
La lavandería es otro de los aspectos más desafiantes del día a día. Con tanta ropa para lavar, Jeni realiza al menos tres cargas diarias, lo que equivale a seis lavados de tamaño medio. Para realizar las compras semanales, llena dos carritos de supermercado y siempre necesita la ayuda de alguno de sus hijos para transportar todo a casa.
A pesar de la presión económica, los Bonell han aprendido a sacar el máximo provecho de cada dólar. Aunque tienen una hipoteca que pagar, han sabido hacer sacrificios para mantener a su familia sin problemas. Ray, quien trabaja como electricista, asegura que, aunque criar a tantos hijos no es para todo el mundo, para ellos ha sido la decisión correcta.
La familia también encuentra tiempo para fortalecer su relación de pareja. Ray y Jeni aseguran que, a pesar del ajetreo, siempre se dan momentos para estar juntos. “Es importante cuidar nuestra relación, así que nos aseguramos de hacerlo”, comenta Ray con una sonrisa.
Además de ser padres de 16 hijos, los Bonell ya son abuelos de dos nietos, lo que ha sumado una nueva dinámica a su vida. Sin embargo, lejos de sentirse abrumados, disfrutan cada nueva etapa de su familia en crecimiento.
El secreto de su éxito radica en la organización y el trabajo en equipo. En su hogar, cada niño tiene asignadas responsabilidades desde los ocho años, ayudando en tareas como barrer, limpiar, recoger la mesa y cocinar. Esta estructura ha permitido que la familia funcione de manera armoniosa y sin grandes complicaciones.
Para Jeni y Ray, la clave no está en la perfección, sino en disfrutar cada momento, sin importar cuán caótico pueda parecer. Ya sea cocinando para una multitud, lidiando con montañas de ropa sucia o simplemente riéndose de las ocurrencias de sus hijos, han aprendido a ver la belleza en lo cotidiano.
Aunque para muchos pueda parecer una locura, para los Bonell, esta es la vida que siempre soñaron. Y con amor, paciencia y mucha organización, han demostrado que, sin importar el tamaño de la familia, siempre es posible encontrar felicidad en el día a día.