La comunidad de rescatistas en shock: la tr3g5c3 p3rt5d3 de Mikayla Raines y el llamado a la empatía en las redes

Una noticia profundamente dolorosa sacudió a la comunidad de defensa animal esta semana: Mikayla Raines, fundadora de Save A Fox y reconocida por millones en redes sociales por su labor con animales rescatados, falleció a los 29 años. Su esposo, Ethan Raines, confirmó públicamente la pérdida a través de un emotivo video publicado en su cuenta de Instagram, dejando entrever el inmenso dolor que atraviesa la familia.

Mikayla fue conocida no solo por sus entrañables videos junto a zorros, mapaches y lémures, sino también por su incansable trabajo para salvar animales exóticos en situación de abandono o provenientes de situaciones de explotación. Fundó Save A Fox en 2017, un santuario que se convirtió en uno de los más relevantes de Estados Unidos, con centros en Minnesota y Florida. Allí no solo ofrecía cuidados y rehabilitación, sino también una segunda oportunidad para cientos de especies que de otro modo no habrían tenido futuro.

Desde temprana edad, Mikayla mostró una sensibilidad excepcional hacia la naturaleza. Comenzó como voluntaria en un centro de rehabilitación de fauna silvestre cuando apenas tenía 15 años. Su causa jamás fue el reconocimiento, sino el amor genuino por los animales. En palabras de su esposo: “Ella nunca buscó la fama. Su única motivación fue siempre ayudar”.

A lo largo del tiempo, su carisma y dedicación le valieron una inmensa comunidad: más de 2,4 millones de suscriptores en YouTube, más de medio millón de seguidores en Instagram y una sólida presencia en TikTok y Facebook. Sin embargo, esa exposición también la convirtió en blanco de comentarios malintencionados y juicios destructivos. Según explicó Ethan, muchas críticas provinieron incluso de otras personas vinculadas a la protección animal, lo que la afectó profundamente.

Mikayla enfrentaba desde hace años problemas de salud mental. Fue diagnosticada con autismo, trastorno límite de la personalidad y depresión, condiciones que manejaba con tratamiento, apoyo terapéutico y mucha fortaleza. No obstante, el impacto emocional del constante acoso en línea fue un peso demasiado grande.

El día antes de su fallecimiento, Mikayla compartió en redes un video como tantos otros: jugando con un animal, sonriendo, proyectando esa luz que tanto la caracterizaba. Nada hacía prever que sería su última publicación. Ethan relató con dolor cómo intentó asistirla en los minutos posteriores a la tragedia, pero los esfuerzos no fueron suficientes.

Más allá de las causas, su partida deja un mensaje urgente: la importancia de la empatía, especialmente en el mundo digital. Mikayla fue una persona que dio todo de sí por otros seres vivos, y sin embargo, fue alcanzada por la crueldad de palabras que muchas veces se pronuncian desde la ignorancia o la falta de sensibilidad.

Hoy, Ethan ha manifestado su compromiso de continuar el trabajo que Mikayla inició con tanto amor. “Haré todo lo posible para seguir con su misión”, expresó, pidiendo apoyo para mantener viva la esencia de Save A Fox. También queda bajo su cuidado la pequeña Freya, hija de ambos, quien ahora crece con el legado de una madre valiente, generosa y profundamente compasiva.

Numerosas organizaciones dedicadas al bienestar animal han expresado su pesar por esta pérdida. El Juniper Wildlife Refuge, uno de los muchos espacios beneficiados por el trabajo de Mikayla, escribió en sus redes: “Su luz sigue viva en cada vida que salvó”.

La historia de Mikayla no solo nos invita a recordar con amor su legado, sino también a reflexionar sobre cómo nuestras palabras, incluso en el anonimato de una pantalla, pueden influir en la vida de los demás. Y sobre todo, a elegir siempre la bondad, como ella lo hizo.

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