A lo largo de sus más de tres décadas de existencia, Los Simpson han demostrado una capacidad única para sorprender, anticiparse a los tiempos y tocar temas que, aunque rodeados de humor, logran llegar al corazón de su audiencia. En el final de la temporada 36, la serie volvió a sacudir a sus seguidores con un episodio que no solo juega con el futuro, sino que también presenta una visión inesperada del destino de uno de sus personajes más queridos: Marge Simpson.
El capítulo, lejos de ofrecer un giro abrupto o una muerte explícita, se desarrolla con un salto temporal de 35 años, donde se muestra una realidad alternativa que imagina cómo serían las vidas de Bart y Lisa una vez convertidos en adultos. En ese escenario, Marge ya no está presente físicamente, pero su legado y su rol de madre siguen marcando profundamente el rumbo de sus hijos.
En el presente del episodio, Marge continúa como siempre: una mujer de 34 años, fuerte, dedicada y con su característico equilibrio que mantiene en pie a una familia tan caótica como entrañable. Sin embargo, en un momento de reflexión, comienza a pensar qué sucederá cuando ya no esté y cómo afectará eso a sus hijos, temiendo que la conexión entre ellos se rompa en su ausencia.
El futuro que presenta el episodio es, como suele ser habitual en la serie, exagerado y cómico, pero no por eso menos simbólico. Lisa ha llegado a un alto cargo como comisionada de la NBA, mientras que Bart se desempeña como administrador de un hogar de ancianos con más dudas que virtudes. En ese lugar se encuentra Homero, ya envejecido y en una etapa de vida vulnerable, sin la guía que siempre le brindó Marge.
Una decisión del Servicio de Protección de Ancianos desata el conflicto: Homero debe ser trasladado a un centro especializado en Florida. Ante esto, Lisa regresa a la antigua casa familiar y entre recuerdos y objetos del pasado encuentra un mensaje escrito por Marge años atrás. En él, les pide a sus hijos que, sin importar lo que pase, nunca dejen de cuidarse mutuamente.
Este hallazgo se convierte en el punto de inflexión para los hermanos, que deciden dejar de lado sus diferencias y unirse para apoyar a su padre. El momento más emotivo del capítulo llega cuando, desde una nube en lo alto, Marge los observa con ternura, acompañada por un inesperado personaje: Ringo Starr, quien la invita a un buffet celestial. Es una imagen simbólica y cargada de afecto, que sugiere que Marge ha encontrado paz, sabiendo que sus hijos siguen unidos.
El episodio no explica si esta visión pertenece a un futuro “canon” dentro del universo de Los Simpson, ni detalla cómo ni cuándo ocurrió la partida de Marge. Sin embargo, eso es lo menos importante. El mensaje está en la permanencia de su influencia maternal, más allá de su presencia física.
Las reacciones en redes sociales no se hicieron esperar. Muchos fans expresaron que se sintieron conmovidos por la forma en que se abordó el tema de la maternidad y el legado emocional, mientras que otros valoraron la sensibilidad con la que se mostró un tema tan profundo en una comedia animada. También hubo quienes recordaron episodios pasados con proyecciones al futuro, aunque pocos con el nivel de carga emocional de este.
Una vez más, Los Simpson demostraron que siguen siendo más que una serie de humor. Son un espejo social y familiar que, sin dejar de entretener, sabe cuándo tocar el corazón de su audiencia. Y aunque Marge sigue viva en el presente de Springfield, esta mirada hacia el futuro deja claro que su huella como madre perdurará por siempre.
