De estrella juvenil a maestro de vida: el ídolo de los 70 que conquistó Hollywood y venció al destino

En los años 70, su rostro era sinónimo de éxito juvenil. A los ojos del público, era uno de los actores más carismáticos y prometedores de su generación. Pero detrás de esa sonrisa encantadora y sus penetrantes ojos azules, se escondía una lucha silenciosa que marcaría su vida: un problema cardíaco congénito que lo llevaría a pasar por el quirófano en cuatro ocasiones. Lejos de rendirse, este artista multifacético transformó los obstáculos en una fuente de crecimiento personal y creatividad.

Robby Benson, nacido en 1956, comenzó a brillar desde muy joven. A los 17 años ya había vendido su primer guion cinematográfico, demostrando que su talento iba más allá de la actuación. La película One on One, que coescribió y protagonizó, fue su carta de presentación en una industria que rápidamente lo convirtió en un fenómeno adolescente. A partir de allí, llegaron películas como Ice Castles, que reforzaron su imagen de ídolo romántico y sensible.

Mientras sus colegas se dejaban llevar por la vida nocturna y los excesos de Hollywood, Benson elegía otro camino. Prefería los libretos, los estudios de dirección y la introspección. Aunque parecía tenerlo todo, a los 20 años recibió una noticia inesperada: sufría una afección en una válvula del corazón. Esa revelación no lo detuvo. Se sometió a su primera operación a corazón abierto en 1984, y décadas después vendrían tres más. Cada intervención fue una dura prueba, pero también una lección de vida.

Lejos de hundirse, Benson canalizó su experiencia en un libro titulado I’m Not Dead…Yet, donde relató su recorrido de salud con honestidad y sin dramatismos. En sus páginas, reflexiona sobre la importancia del equilibrio físico y mental, y cómo el ejercicio diario, ya sea correr o nadar, le ha permitido mantenerse activo y enfocado.

A medida que su salud lo fue llevando por nuevos rumbos, también lo hizo su carrera. Se alejó gradualmente de los reflectores y comenzó a explorar el mundo de la actuación de voz. Uno de sus papeles más memorables fue dar vida a la Bestia en la clásica cinta animada de Disney Beauty and the Beast. Esta incursión le permitió seguir conectado con el arte sin comprometer su bienestar.

Pero Robby no solo encontró satisfacción en el mundo del doblaje. La docencia se convirtió en una de sus mayores pasiones. Enseñó en diversas universidades, incluyendo la Universidad de Indiana, donde compartió su experiencia en cine y televisión con nuevas generaciones de artistas. También dirigió episodios de exitosas comedias como Friends y Ellen, aunque confesó que con el tiempo ese entorno dejó de resultarle satisfactorio.

En 2002 tomó una decisión radical: dejó Los Ángeles junto a su familia y se mudaron a una granja en Carolina del Norte. Allí, rodeado de naturaleza, retomó la escritura y publicó su novela Who Stole the Funny?, una mirada irónica al detrás de escena del mundo televisivo. Su vida dio un giro hacia lo esencial: el arte por placer, la salud y el contacto humano.

En el plano personal, ha compartido más de cuatro décadas de amor con la actriz y cantante Karla DeVito, a quien conoció en una obra de teatro. Juntos tienen dos hijos, Lyric y Zephyr, ambos también relacionados con el mundo del espectáculo. La familia ha sido un pilar fundamental en su vida, especialmente en los momentos más difíciles.

Hoy, a sus 69 años, Robby Benson sigue sorprendiendo a sus seguidores por su aspecto jovial y su actitud positiva. En redes sociales y foros, muchos destacan su atractivo intacto, especialmente sus inconfundibles ojos. Comentarios como “¡Sigue viéndose increíble!” o “Tiene una sonrisa que ilumina” abundan cada vez que aparece públicamente.

Su historia es un ejemplo de cómo el éxito no siempre está ligado a la fama permanente, y de que incluso los ídolos pueden reinventarse sin renunciar a sus pasiones. Robby Benson no solo fue un galán de los 70, fue —y sigue siendo— un hombre con determinación, corazón fuerte y una vida profundamente auténtica.

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