Lavar el pollo crudo antes de cocinarlo ha sido una práctica habitual en muchas cocinas alrededor del mundo, especialmente en hogares donde la tradición y la costumbre han pasado de generación en generación. Sin embargo, en los últimos años, expertos en salud alimentaria han lanzado una advertencia clara: el pollo no se debe lavar. Esta afirmación ha generado controversia y confusión entre los consumidores. En este artículo exploraremos los argumentos a favor y en contra, lo que dicen las autoridades sanitarias, y cómo manipular el pollo de forma segura.
¿Por qué muchas personas lavan el pollo?
Para muchos, lavar el pollo crudo es simplemente parte del proceso de preparación. Se cree que el agua ayuda a eliminar restos de sangre, plumas, impurezas o incluso bacterias presentes en la superficie del ave. Además, hay un componente psicológico importante: ver cómo corre el agua sobre la carne da una sensación de limpieza y frescura.
En algunas culturas, también se utilizan técnicas más elaboradas como lavarlo con vinagre, limón o sal, con la intención de “desinfectar” o quitar el olor. Aunque esta práctica pueda parecer lógica desde un punto de vista tradicional, la ciencia dice otra cosa.
¿Qué dicen los expertos?
Organizaciones como el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y agencias similares en otros países, han desaconsejado explícitamente el lavado del pollo crudo. La razón principal no es que el lavado no funcione, sino que puede ser contraproducente.
Cuando se lava pollo crudo bajo el grifo, las bacterias presentes en la superficie del pollo, como la Salmonella o el Campylobacter, pueden propagarse por salpicaduras. Estas gotas de agua pueden viajar hasta 50 cm desde el fregadero, contaminando utensilios, superficies de cocina, frutas, verduras y otros alimentos listos para comer. Este fenómeno se conoce como contaminación cruzada y es una de las principales causas de intoxicaciones alimentarias en el hogar.
¿Entonces cómo se eliminan las bacterias?
La única forma efectiva de eliminar las bacterias del pollo crudo es cocinándolo a la temperatura adecuada. El USDA recomienda que el pollo alcance una temperatura interna de 165°F (74°C) para asegurarse de que cualquier bacteria presente haya sido destruida. Un termómetro de cocina es la herramienta más precisa para verificar esto.
¿Qué se debe hacer en lugar de lavar el pollo?
Aunque no se debe lavar el pollo, sí es importante seguir buenas prácticas de manipulación:
Manipular el pollo con cuidado: Usa una tabla de cortar exclusiva para carnes crudas.
Lávate las manos: Antes y después de manipular pollo crudo, lávate bien las manos con agua y jabón por al menos 20 segundos.
Limpia bien las superficies: Desinfecta inmediatamente cualquier superficie o utensilio que haya estado en contacto con el pollo.
Cocina completamente: Asegúrate de que el pollo esté bien cocido, sin partes rosadas y con sus jugos saliendo claros.
¿Hay excepciones?
Algunos chefs profesionales lavan el pollo como parte de procesos específicos en entornos controlados, usando técnicas de seguridad alimentaria rigurosas. Sin embargo, estas prácticas no son recomendables para la cocina casera, donde el riesgo de contaminación cruzada es mucho mayor.
¿Qué pasa con el sabor o el olor?
Muchos aseguran que lavar el pollo ayuda a quitar olores desagradables. Si el pollo crudo tiene un olor fuerte, ácido o a descomposición, lo mejor es no consumirlo. El pollo fresco no debería tener un olor fuerte, y el lavado no eliminará los problemas relacionados con carne en mal estado.
Conclusión
Lavar el pollo antes de cocinarlo puede parecer una práctica higiénica, pero la ciencia y las recomendaciones de las autoridades sanitarias indican lo contrario. Lavar el pollo no solo es innecesario, sino que también es peligroso por el riesgo de contaminación cruzada. La forma más segura de manipular el pollo es mantener una buena higiene en la cocina y cocinarlo completamente a la temperatura adecuada.
Cambiar costumbres arraigadas puede ser difícil, pero cuando se trata de seguridad alimentaria, es importante basar nuestras decisiones en la evidencia científica y no solo en la tradición. La próxima vez que prepares pollo, recuerda: no lo laves, cocínalo bien.