Candyman (1992): El terror, la leyenda… y las abejas reales
La película Candyman, dirigida por Bernard Rose y estrenada en 1992, se convirtió en una obra de culto dentro del cine de terror por su atmósfera gótica, su enfoque en las leyendas urbanas, y una inquietante mezcla de horror psicológico y realismo social. Sin embargo, uno de los elementos más impactantes —y genuinamente peligrosos— de la producción fue el uso de abejas vivas en varias escenas clave, particularmente aquellas que involucraban al protagonista, interpretado por Tony Todd.
Un enjambre de realismo: abejas criadas para el cine
Para crear el efecto visual necesario y mantener un alto nivel de autenticidad, el equipo de producción decidió usar abejas reales en lugar de efectos especiales o animatrónicos, que en ese entonces eran costosos y menos convincentes. No se trataba de cualquier tipo de abejas: se criaron abejas específicamente jóvenes, de unos 12 días de vida, porque aún no habían desarrollado por completo su capacidad de picar con la misma agresividad que las adultas. Aun así, el riesgo era real, y la tensión en el set era palpable.
Tony Todd y un acuerdo poco común
El actor Tony Todd, quien interpretó al aterrador y trágico Candyman, sabía que aceptar este papel implicaba algo más que maquillaje o actuación intensa: implicaba dejar que cientos de abejas vivas cubrieran su cuerpo… e incluso entraran en su boca.
Para una de las escenas más memorables de la película, en la que el personaje aparece con la boca abierta, llena de abejas, Todd aceptó hacerlo sin efectos digitales. Solo pidió una condición muy concreta en su contrato: recibir 1.000 dólares por cada picadura de abeja que sufriera durante el rodaje.
Cuando terminó la filmación, Tony Todd había recibido un total de 23 picaduras, lo que sumó 23.000 dólares adicionales a su salario base. Lejos de quejarse, el actor consideró que era parte del compromiso con su personaje y del impacto visual que el director quería lograr.
Protección limitada: la pieza bucal especial
Aunque Todd no se lanzó completamente sin protección, lo que usó fue mínimo: una pieza bucal especial diseñada para evitar que las abejas bajaran por su garganta y le causaran daños internos. Sin embargo, esta prótesis no impedía que las abejas entraran en su boca ni que tocaran directamente su piel, por lo que el riesgo de una picadura seguía siendo alto. El hecho de que lograra mantener la calma, sin cerrar la boca ni moverse bruscamente, es una muestra del profesionalismo y autocontrol del actor.
En entrevistas posteriores, Tony Todd ha hablado de la escena con humor, pero también con orgullo, al reconocer que fue una de las experiencias más intensas de su carrera como actor.
Un legado de compromiso cinematográfico
El uso de abejas reales en Candyman no solo se convirtió en una anécdota de producción, sino en parte del mito de la película. Fue un detalle que elevó la tensión de las escenas y contribuyó al tono siniestro que la cinta requería. También es una de las razones por las que el filme se mantiene vigente en la memoria colectiva del cine de terror, siendo tan famoso por su historia como por las condiciones en las que se rodó.
Este tipo de compromiso extremo por parte del elenco —especialmente de Todd— es hoy admirado por fans y críticos. En un tiempo donde el CGI domina muchas producciones, Candyman sigue siendo un ejemplo de cómo el terror más auténtico a veces surge de decisiones arriesgadas y reales detrás de las cámaras.