Lo que parecía un caso cerrado desde hace décadas volvió a abrirse con un giro totalmente inesperado. En Argelia, el hallazgo de un hombre que estuvo desaparecido por 26 años dejó sin palabras a toda la comunidad. Se trata de Omar Bin Omran, quien había sido visto por última vez cuando era un adolescente y, contra todo pronóstico, fue rescatado recientemente del sótano de un vecino que vivía apenas a unos pasos de la casa de su familia.
La historia salió a la luz luego de que fuerzas de la Gendarmería Nacional realizaran un operativo el pasado domingo, tras recibir una denuncia anónima que encendió las alarmas. La sorpresa fue mayúscula: Omar estaba con vida, aunque visiblemente afectado por los años de encierro. El lugar en el que lo encontraron, un espacio oculto bajo tierra, se encontraba en el domicilio de un hombre que había sido parte del vecindario durante todo ese tiempo.
Según las primeras declaraciones del propio Omar, durante todo el tiempo que permaneció cautivo, podía ver a sus familiares desde una pequeña ventana del lugar donde estaba retenido. Sin embargo, aseguró que una especie de “fuerza invisible” le impedía pedir ayuda o acercarse. Dijo sentirse paralizado por algo que él describió como un “hechizo”, una idea que, aunque difícil de explicar racionalmente, muestra el grado de manipulación y control psicológico que pudo haber sufrido.
El caso se remonta a 1998, cuando Omar salió como cada mañana rumbo a su escuela y nunca regresó. La familia denunció de inmediato la desaparición, pero en medio de la convulsa situación del país —que atravesaba entonces una guerra civil— muchos temieron que hubiera sido víctima de la violencia generalizada. A lo largo de los años, las esperanzas de encontrarlo con vida se desvanecieron, y solo su madre mantuvo viva la creencia de que su hijo seguía en algún lugar. Falleció en 2013, sin saber que su presentimiento era cierto.
Lo que permitió reabrir el caso fue una pelea por herencia entre el captor de Omar y su propio hermano. En un arranque de enojo, este último publicó en redes sociales que el hombre estaba implicado en un secuestro. Esta revelación llamó la atención de las autoridades, que decidieron actuar. La casa en cuestión se encontraba a solo 200 metros del hogar familiar de Omar, un hecho que hoy genera conmoción y desconcierto.
No era la primera vez que había sospechas en torno al acusado: años atrás había sido señalado por presuntamente envenenar al perro de la familia de la víctima. Algunos creen que ese acto pudo haber sido una manera de evitar que el animal detectara la presencia del joven oculto en la casa vecina.
El rescate fue inmediato. Los agentes irrumpieron en el domicilio y encontraron a Omar, ya adulto, en un espacio reducido y sin condiciones para una vida digna. De inmediato fue trasladado a un centro médico, donde está siendo evaluado tanto física como emocionalmente. Su recuperación será larga, pero el reencuentro con sus familiares marca el inicio de una nueva etapa.
El responsable, un hombre de 61 años cuya identidad aún no ha sido divulgada por las autoridades, intentó huir cuando los oficiales descubrieron la verdad, pero fue detenido a pocos metros del lugar. La fiscalía ya calificó el hecho como un “crimen atroz” y aseguró que el caso será tratado con la mayor severidad judicial.
La historia de Omar ha reabierto el debate sobre cómo pueden pasar desapercibidas situaciones extremas incluso en contextos cotidianos. La cercanía con su hogar, el paso de los años, y el silencio del entorno se combinan en un caso que muchos aún intentan comprender.
Mientras tanto, las autoridades continúan investigando si hubo cómplices y cómo fue posible que alguien viviera tanto tiempo oculto sin ser descubierto. La esperanza, que durante años pareció perdida, se transformó en realidad. Y aunque las heridas sean profundas, Omar Bin Omran tiene ahora la posibilidad de reconstruir su vida.